14 enero 2022

Matrix Resurrections

Durante un segmento importante de Matrix Resurrections (The Matrix Resurrections, 2021) me dije "esto no es una película de Matrix". Y sí, lo es, solo que no es una secuela continuista, es un film arriesgado aunque tenga muy presente en todo momento de dónde viene.

Thomas Anderson es un exitoso diseñador de videojuegos que siente que algo no cuadra en su vida, aunque con la ayuda de su terapeuta intenta seguir adelante.

Es muy difícil formarse una opinión de Matrix Resurrections con tan sólo un primer visionado, es una cinta peculiar, diferente a la trilogía que la precede pero con muchos elementos en común o que recuerdan a lo ya visto. Un film (auto)referencial y plenamente consciente de sí mismo (de hecho, incluso tiene más de un cameo, como el otrora gurú de los efectos especiales John Gaeta, creador del efecto bala, o el director de la segunda unidad de la Trilogía Matrix, James McTeigue, que aquí ejerce como productor) que nos habla de la libertad creativa, el libre albedrío y, quizá de una forma relativamente sutil, de la redes sociales, sus inevitables haters (el enjambre final es un tiro en esa dirección a mi juicio) e, incluso, de la división misma de la sociedad actual (con alusiones al hecho de que la ultraderecha yanqui se haya apropiado de la pastilla roja).

Se secuencia introductoria apunta a que nos ofrecerá una especie de matrioska, una historia dentro de otra historia, pero lo cierto es que pronto nos sorprende y va por otros derroteros y, durante una buena parte del trayecto, nos encontramos con la ordinaria aunque intranquila vida del señor Anderson, cómo él y su equipo se enfrentan a la creación de un nuevo videojuego, una secuela de una famosa trilogía, asistiendo a reuniones de tormentas de ideas... Es aquí cuando uno dice "esto no es una película de Matrix".

No me extraña que muchos se hayan sentido decepcionados o no hayan entendido nada, sin duda todo este tramo puede llegar a descolocar, pero también pienso que aquellos que amamos el cine de las Wachowski sabemos que siempre intentan sorprendernos y aportar algo distinto y original, e igual que otros momentos del film nos retrotraen a las anteriores películas, precisamente toda esta parte nos coloca en una situación totalmente inédita.

Y en esta ocasión solo ha sido Lana la que se ha embarcado en el proyecto, que dirige en solitario (su hermana no aparece ni siquiera como productora) pero ha contado con la colaboración de David Mitchell (de quien adaptó, junto a Lilly, su novela El atlas de las nubes) y Aleksandar Hemon (Sense8) para la escritura del libreto. Otra de las ausencias notables es el que fue uno de los pilares de la trilogía original (y de buena parte de la carrera de las Wachowski), Joel Silver, aunque sí que está Grant Hill (que, desde Reloaded, colabora con la realizadora como productor), y el solicitado Javier Arrieta sustituye a Kym Barret (que hizo un trabajazo en su momento) como diseñador de vestuario. Y, ya que hablamos de sustituciones, es imprescindible mencionar la de Don Davis, que creó una música muy cañera y electrónica (con temas tan memorables como Mona Lisa Overdrive) por Johnny Klimek y Tom Tykwer, que aunque realizan una buena labor (con una banda sonora con ecos de El atlas de las nubes), no consiguen (o no quieren) unos sonidos tan trepidantes como aquellos.
Pero si hablamos de quienes están delante de las cámaras, en realidad las caras más reconocidas de la franquicia vuelven a salir en esta cuarta entrega, solo que no todos los personajes son recuperados y, algunos que lo son, no conservan el mismo rostro. Neo y Trinity no fallan, y tanto Carrie-Anne Moss como Keanu Reeves encarnan otra vez estos papeles, son sin duda ellos pero no son exactamente iguales (se hace alguna alusión a la edad y al paso de los años). Morfeo también regresa, pero en esta ocasión se mete en el papel Yahya Abdul-Mateen II (Aquaman), un personaje rejuvenecido y con un toque irónico, muy lejos de la seriedad y el misticismo que rodeaba las primeras apariciones de Laurence Fishburne; y también sigue ahí Niobe, que sí es interpretada otra vez por una Jada Pinket-Smith difícil de reconocer. Vuelve algún otro personaje que es mejor no revelar, y entre los nuevos el más importante es el de la intrépida capitana Bugs, un alma inquieta que ayudará mucho a Neo, y a la que le da vida Jessica Henwick (Iron Fist, Underwater). El del Neil Patrick Harris (Starship Troopers, Cómo conocí a vuestra madre), era una de las grandes incógnitas del film y tiene una vital trascendencia en la historia; casi se podría decir lo mismo del papel de Priyanka Chopra Jonas (Baywatch: Los vigilantes de la playa), a pesar de que su protagonismo sea menor. También son destacables el papel de, entre otros, Jonathan Groff (Hamilton), Toby Onwumere (Empire), Brian J. Smith (The Passing Season), Eréndira Ibarra (Ingobernable) y Max Riemelt (La ola). Y si comentaba antes el carácter de metaficción de Resurrections es imprescindible mencionar un papel pequeño pero con cierta relevancia como al que da vida quien fuera el doble de acción Reeves en la trilogía y después lo dirigiera en John Wick, Chad Stahelski, que para rematar hace del marido de Tiffany. Sorprende lo poco que aparece Christina Ricci y las pintas de un desatado Lambert Wilson (De Gaulle).

Matrix Resurrections no es lo que uno espera de una continuación de la conocida trilogía. Su guion tira por caminos insospechados, los personajes principales han acusado el paso del tiempo, e incluso la acción es diferente, más física y utilizando menos el CGI, de hecho es, de toda la saga, la menos trepidante, la que cuenta con menos peleas (aunque tiene un último tramo con poderosas imágenes), rompe en buena medida con el estilo de acción de la trilogía. Aun habiendo combates de kung-fu (como el enfrentamiento con Morfeo en el Constructor o esa lucha con Smith en unos baños), no se hace tanto uso de los cables (el coreógrafo ya no es Yuen Woo-Ping) y también se prescinde en gran medida de los dobles digitales, siendo la mayor parte de las secuencias mucho más, por así decirlo, sucias y realistas (el momento del tren, que recuerda inevitablemente a Train to Busan, o la melé de la cafetería), teniendo también una espectacular huida final digna de una película de zombis y donde se hace uso mínimo del ordenador.

Es curioso que algunas personas afirmen que es igual que la primera, porque a mí me ha parecido una secuela valiente, que toma lo que quiere de las tres cintas precedentes (incluyendo planos, situaciones y coreografías) para hacer algo nuevo y, aunque tenga una menor capacidad de sorprender (en el terreno visual principalmente), es mi impresión que, probablemente, gane con los revisionados.

Como me pasó con la primera parte, estuve varios días dándole vueltas a Matrix Resurrections. Se negaba abandonar mi cabeza. Y es que no tenía claro si me había gustado en su conjunto, si me parecía una tomadura de pelo o quizás una genialidad. Pero, después de un obligado segundo visionado, aquellos tramos que más perplejos me dejaron, donde más me dije eso de “esto no es una película de Matrix”, y que más largos se me hicieron, cobraron un mayor sentido y lejos de parecerme un film valiente pero fallido tuve la certeza de que Lana, que rodó todo lo que vemos sin hacer uso de segunda unidad, ha querido volver a sorprendernos con una secuela que no fuese autocomplaciente y que provocara una reacción en el espectador, incluso una reflexión acerca del cine que vemos y en la polarizada sociedad en la que vivimos. Lo mismo las intenciones no son tan trascendentales y quizá solo sea una terapia para superar la muerte de sus padres, o un intento de volver a reescribir la fórmula de los blockbuster, o una sacada de chorra en toda regla (porque se ríe, que no se burla, de las tres primeras películas y hasta de sí misma en ciertos momentos), pero no se puede negar la osadía de Lana por crear esta tardía secuela (y la Warner por producirla y estrenarla).


LO MEJOR:
-Que no es complaciente y arriesga.
-El tramo inicial, notablemente sugerente, y el último tercio.
-El salto final.
-La música, aunque Tom Tykwer y Johnny Klimek no logren que me olvide de las composiciones de Don Davis.
-Atención que hay escena postcréditos (muy divertida).

LO PEOR:
-Que algunos la critican sin haberla visto (basado en hechos reales).
-Puede llegar a descolocar.

¿Quién debería verla?
Los seguidores de la trilogía original (aunque no gustará a todos), y quien busque un blockbuster que se salga de la norma.

¿Y quién no?
Quien espere una línea similar a lo que ya hemos visto.

¿Habrá más?
Lana ya ha desmentido que esta sea la primera película de una nueva trilogía, pero nadie ha dicho que no vaya haber otra película, de hecho James McTeigue no ha cerrado esa posibilidad. Teniendo en cuenta la floja taquilla que está obteniendo (no fue muy buena idea estrenarla la semana siguiente a Spider-Man: No Way Home), es improbable que veamos volar de nuevo al Elegido (por un tiempo al menos).
 
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